Se sentó en su pequeña cama cruzándose de piernas y miro su foto. Se quedo mirándolo hasta que una lágrima de esas que salen del fondo del corazón oscuro de tantas mentiras, le rozo la mejilla y las demás la acompañaron traicionándola. Sentía unas inmensas ganas de abrazarle, explicarle lo mucho que le había extrañado en tantos años, lo feliz que la hacia de pequeña y todas las sonrisas que le había regalado. Contarle mil historias que la sucedían a diario y el se las estaba perdiendo. Pero no podía, era demasiado tarde, de el solo quedaba su alma que a veces la acompañaba de noche y se volvía a ir a ese paraíso de día. ¿Por qué? Era lo único que lograba decir. No la quedaba claro, aunque hubiesen pasado ya ocho años, de porque se había marchado de esa manera eterna. Volvió a guardar su foto, se seco torpemente con el dorso de la mano las lágrimas y una vez más se culpo de que ella podría haberle salvado.
Eso mismo me pregunto yo, por qué? Y si es cosa del destino, es demasiado injusto.
ResponderEliminarUnbeso, aquí otra seguidora más:)
Oish, está historia es muy triste :'(
ResponderEliminaralguien se a pasado por aqui y cada vez qe entro me gusta mas y esqe esta historia es super bonita, esta es mi semana melancolica e? jaja me lo e pensado mejor y creo qe te voy a dejar escribir a ti el libro =P (L)
ResponderEliminar